Hoy se celebra el DÍA MUNDIAL DE LA SALUD, creado por la Organización Mundial de la Salud, es un organismo especializado de las Naciones Unidas, fundado en 1948, cuyo objetivo es alcanzar, para todos los pueblos, el mayor grado de salud.

En su Constitución, la salud se define como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades.

Como terapeuta integrativa mi atención está enfocada en crear las mejores condiciones posibles para que cada persona pueda desarrollar su pleno potencial conectándose con su verdadera esencia más allá de los roles adjudicados familiar o socialmente. Al abrirnos a la posibilidad de una mirada integradora que reúne el plano físico, emocional, mental, social y espiritual, podemos reconocer una realidad interrelacionada y así descubrir nuestra íntima conexión con la vida en todas sus dimensiones.

Las mujeres tuvimos que entregar muchos aspectos femeninos para lograr la igualdad de derechos entre los géneros, al punto de intentar -frecuentemente- ser como los hombres. Para sentirnos fuertes y dignas, debíamos estar con hombres y reproducir sus valores.

Hoy podemos ver gran cantidad de mujeres en cargos directivos, que quedan tomadas por un arquetipo de líder absolutamente masculino. Nuestra exagerada valorización de las virtudes del patriarcado que somete y desvaloriza lo femenino -bajo las que muchas nos criamos- trajo enormes consecuencias para la sociedad.

Mientras nuestro lado masculino piensa en conquistas, competencia, logros individuales, exitos materiales…nuestro lado femenino sueña con el sentido de comunidad, cooperación, interrelación e integración.

Ambos aspectos están presentes en hombres y mujeres, y las circunstancias de la vida nos hacen explorarlos y desplegarlos, incluso los que no reconocemos como propios que proyectamos en el exterior, lo que hace que nos sintamos atraídas por personas que tienen afinidad por esos aspectos reprimidos.

Nuestra forma de integrar el aspecto femenino y el masculino a la conciencia es reconocer que nada de lo que atraemos nos es ajeno realmente, nos guste o no, es una parte nuestra que debemos aceptar y reconocer en nuestro proceso de individualización y realización.

El desafío de esta época es, cada uno integrar los opuestos complementarios, y encontrarnos hombres y mujeres respetando nuestras diferencias desde un lugar de mutua aceptación y reconocimiento.

En este día las mujeres celebramos la obtención de los mismos derechos civiles y laborales que los hombres, para poder desarrollarnos libremente como personas íntegras en la sociedad. El 8 de mayo de 1857 las mujeres que trabajaban en empresas de la industria textil en Nueva York, Estados Unidos, organizaron una protesta en reclamo de sus bajos salarios y las inhumanas condiciones de trabajo a las que estaban sometidas. En mayo de 1908, 15.000 mujeres salieron a las calles para exigir mejoras en el horario de trabajo, en el salario, el derecho al voto y el fin del trabajo infantil.

En la actualidad hay opiniones encontradas respecto si debería existir un día especial para la mujer, ya que esto acentúa la diferencias que se quieren evitar. Pero lo cierto es que estas diferencias existieron y aún existen en muchas partes del mundo donde las condiciones de sometimiento son infrahumanas.

Si bien el sometimiento no es patrimonio de las mujeres, sí es cierto que el patriarcado dejó a las mujeres en una situación de desigualdad en relación a los hombres. Y el machismo se cobró sus víctimas. Se ha violado el derecho más fundamental y esencial de todo ser humano que es la libertad de ser plenamente quien uno es y tener la posibilidad de tomar libremente sus propias decisiones. La imagen de lo que se suponía que tenía que ser una mujer estaba totalmente condicionada, mientras que los hombres en general, podían hacer pleno uso de su poder personal para someterlas. Sin embargo no es que los hombres quedaran fuera de los condicionamientos sociales y culturales. Pero hoy no nos vamos a ocupar de los hombres.

 

Tal vez este sea un muy buen día no sólo para que nos regalen una bella flor, sino para que reflexionemos sobre nuestras propias vidas, y pensemos:

  • Si realmente estamos viviendo la vida que elegimos vivir.
  • Si estamos donde queremos estar y con quienes  queremos estar.
  • Si nuestra autoestima está sana o si necesitamos ayuda.
  • Si nos estamos sometiendo a algo o a alguien que no nos permite ser o expresarnos con libertad.
  • Cuáles son los condicionamientos que no nos dejan seguir creciendo y que nos limitan.
  • Si nos sentimos capaces de realizar los cambios que necesitamos realizar para traer más amor a nuestras vidas.
  • Si contamos con una red de contención que nos permita atravesar los cambios y sentirnos acompañadas.

 

Sin duda este es un tiempo para reunirnos, y juntas sanar nuestras heridas y las que hemos recibido de nuestros ancestros. Ya que ese dolor y la rabia provocadas por el sometimiento se transmiten de generación en generación de manera inconsciente. Este es un tiempo de empoderamiento para la mujer, en el que tiene la gran oportunidad de expresar sus cualidades y capacidades proporcionando las condiciones y ámbitos adecuados y cuidados para seguir creciendo y co-creando con la vida.

A poco tiempo de comenzar las clases, las vacaciones van quedando atrás para la mayoría de nosotros. Nuestro foco está ahora puesto en la organización de las actividades propias y ajenas que desarrollaremos durante el año.  

Pensé en algunas recomendaciones útiles para que podamos disfrutar del día a día sin llegar a agobiarnos ni estresarnos: 

1- Proyectar un año que sea interesante y estimulante para nosotros, de manera tal de evitar caer en automatismos. 

2 – Elegir alguna actividad nueva que suponga un aprendizaje o desafío. Preferentemente algo muy distinto a lo hecho hasta ahora, ya que esto activa la neuroplasticidad del cerebro y lo mantiene joven.

3- Si pensamos en el año y no sentimos ninguna motivación, proponernos un cambio.

4- Si no sabemos cómo hacerlo, pedir ayuda a otros que tienen más experiencia en gestionar cambios, para no perder tiempo y sumar frustración que daña nuestra autoestima. 

5- Pensar y llevar a la práctica conductas que nos hagan sentir bien y que reflejen más amor y cuidado hacia nosotros mismos y los otros. 

6- Cuidar que las actividades programadas estén en equilibrio con nuestras necesidades, tanto físicas como emocionales, psíquicas, sociales y espirituales. 

7- Si hemos desatendido algún área de nuestra vida, proponernos prestar especial atención a la misma para lograr un equilibrio. 

8- No nos olvidemos del tiempo de ocio, que también es bueno programar, especialmente las personas que tienden a sobrecargar sus agendas. 

9- Fundamental el encuentro con los afectos, que nos hacen sentir parte de una red de amor y contención. 

10- Dedicarnos un tiempo a nutrir nuestra espiritualidad. Para algunos será a través del contacto con la naturaleza, para otros a través del silencio y la meditación, para otros a través del servicio desinteresado. Las diversas formas en las que cada uno se abre a una conexión más profunda con uno mismo y con la totalidad varían de acuerdo a las características singulares de cada persona. 

Cuanto más atención pongamos en estos aspectos, más conciencia tendremos para tomar las decisiones adecuadas que nos permitan seguir evolucionando y sentirnos amados y cuidados, aportandonos mayor bienestar general. Nuestra vida es el bien más preciado porque tiene un tiempo limitado. De nosotros depende cómo vamos a aprovechar y disfrutar de ese tiempo.

¿Por qué nos enamoramos? Como la mayoría de las preguntas, esta tiene varias respuestas posibles y fundamentalmente depende del punto de vista del observador.

Para muchos científicos el enamoramiento es una conducta cuyo objetivo principal es el reaseguro de la perpetuidad de los genes. Respondiendo así a un anhelo de continuidad en el plano físico, aspecto biológico que compartimos con el reino animal. Pero al ser el ser humano consciente de su finitud, esta búsqueda, puede realizarse consciente e intencionalmente.
Sin embargo si bien esta conducta de búsqueda y cortejo se basa en primitivos patrones biológicos en los que los conexiones neuronales, las hormonas y los neurotransmisores específicos están presentes, no es cierto que el único objetivo sea la procreación. Y esto está a la vista, ya que muchas personas buscan pareja y se enamoran sin tener la necesidad ni el deseo de tener hijos.

La búsqueda puede estar orientada hacia la satisfacción de distintas necesidades como por ejemplo: encontrar en el otro una fuente de seguridad básica, económica, placer sexual, fortalecimiento de la autoestima, expresión del poder personal. En todas estas se pone en juego la necesidad personal de engrandecimiento y fortalecimiento de un ego, en su inicio es frágil y extremadamente vulnerable. En estas situaciones el ego va a buscar desesperadamente que el otro se ajuste a sus necesidades, ya que teme por su supervivencia. Y esta es una de las principales causas de conflicto en las relaciones.

Hay sin embargo otras modalidades de encuentro en los que verdaderamente le damos la posibilidad a un otro, diferente a nosotros mismos, de expresarse y ser plenamente quien es. Se trata de un nivel de aceptación que requiere mayor madurez. En esta modalidad podemos «abrirnos», salir de nuestros pequeños egos, experimentar la vulnerabilidad y el miedo a lo desconocido. Expandir nuestros horizontes y explorar ese misterioso espacio de la relación que nos lleva a otro estado de conciencia y captación de la realidad que tan poéticamente Richard Moss llamó «el yo que es nosotros».

Hay relaciones que nos llevan aún más allá, allí donde todo límite de tiempo y espacio se disuelve y podemos vivenciar que el sujeto, el objeto de amor y la relación son Uno.

La experiencia humana nos permite explorar la multidimensionalidad. Tener la conciencia y la capacidad para desarrollar estas posibilidades depende de la firme intención y la determinación de no quedarnos detenidos ni apegados a ninguna de estas experiencias.

De esta manera, cada vez que nos enamoramos podemos agradecer a la vida esta oportunidad. Y más allá de cómo haya resultado la experiencia, agradecer al otro y a uno mismo la posibilidad de experimentar y evolucionar a partir del aprendizaje que trajo esa relación.

Investigaciones realizadas en prestigiosas universidades nos brindan evidencia científica de cómo nuestras relaciones inciden en nuestro estado de salud y bienestar general. No es que no lo supiéramos antes, pero ahora podemos conocer cuáles son las reacciones químicas que produce cada estado anímico en el cuerpo. Vamos comprendiendo así cuáles son los mecanismos sutiles a través de los cuales el entorno «se nos mete en la piel» y cómo nos afecta.

Las relaciones pueden representar una gran fuente de recursos contra el estrés, así como un importante factor desencadenante del mismo. El ser humano es un ser social y su vida se encuentra en íntima relación y codependencia con otros. Toda experiencia de aislamiento, soledad, posibilidad de pérdida o constantes conflictos en las relaciones personales pueden ser experimentados como una amenaza, dándole al cuerpo la señal de que debe prepararse para una posible experiencia traumática. Así nuestro cuerpo comienza a dar la respuesta de estrés que prepara nuestra fisiología para el ataque o la huida. Mientras que ante una situación placentera u amorosa, el cuerpo da una respuesta de relajación y segrega entre otros neurotransmisores, endorfinas que nos dan la posibilidad de experimentar bienestar y felicidad.

Se ha podido observar que no todas las personas responden de la misma manera ante situaciones similares. La diferencia radica en la carga genética, las improntas de los primeros años de vida, el entorno, las experiencias a lo largo de la vida, las creencias que tenemos, las conclusiones que vamos sacando sobre de las experiencias que atravesamos, y los recursos con los que sentimos que contamos para enfrentarlas.

Cuidar nuestros vínculos y elegir aquellos que son sanos y nutricios, es fundamental para nuestro bienestar y el de los que amamos.

Es muy importante crear una red de afectos en la que podamos sentirnos cuidados, contenidos y aceptados por lo que somos. Con quienes podamos compartir los buenos y los malos momentos.

Las vacaciones nos brindan una gran oportunidad de dedicarle el tiempo y la atención a aquellas personas que forman parte de esta red de relaciones para que esos vínculos puedan fortalecerse y crecer. Y si sentimos que no contamos con esa red, es un buen momento para ocuparnos de crear nuevos vínculos o reconectarnos con personas que forman parte del pasado que realmente apreciamos. Recordando que para que algo pueda crecer debemos poner intención y atención, y si tenemos dificultades con esto podemos empezar por pedir ayuda!

Durante las vacaciones muchas veces seguimos con el mismo ritmo vertiginoso del año, las actividades programadas hasta largas horas de la noche, las demandas de los chicos y la exigencia de estar siempre ocupados y divertidos.

En este afán por hacer, hemos subestimado el valor y la importancia de saber cómo y cuándo parar. Así, nuestro cuerpo nos va dando señales, que comienzan como sutiles mensajes que podemos captar a través de la percepción y determinadas sensaciones. Luego su intensidad va subiendo y se transforman en conductas, muchas veces compulsivas, reactivas o sintomáticas, hasta que finalmente se manifiesta como una enfermedad si no lo atendemos.

Cuántas veces nos ha pasado con el auto, sabemos que tenemos que pararlo para hacerle un service, poner aire a las cubiertas o atender a algún ruido extraño. Sin embargo  lo postergamos porque siempre hay algo más urgente o más importante que hacer. Siempre le estamos exigiendo un poco más, sin tomar en cuenta el desgaste que esto implica.

Todos estamos expuestos al estrés, de hecho esta es una forma saludable y normal de responder a los cambios y desafíos que propone la vida. Sin embargo cuando sometemos al cuerpo a elevados niveles de estrés y no paramos, todo el sistema comienza a colapsar.

En cambio cuando lo hacemos tenemos la posibilidad de ver con mayor claridad y escuchar esas señales sutiles que de otra manera nos pasan desapercibidas. Nuestro cuerpo tiene la oportunidad de poner en funcionamiento mecanismos de autorregulación, reparación y regeneración.

De esta manera es importante que podamos organizarnos y decidir cuándo vamos a parar. La organización es aquí fundamental. Le vamos a dar a nuestro cuerpo uno, dos días, una semana para recuperarse y vamos a comunicar a los otros que estamos en este proceso de manera tal, de no tener que responder a otros compromisos más que al primordial, el que tenemos con nosotros mismos.

Las vacaciones pueden ser una gran oportunidad para conocernos más. Generalmente durante el año estamos tan ocupados con actividades y nuestras rutinas que muchas veces caemos en automatismos y creencias falsas que llevamos a la práctica sin prestar la más mínima atención. Así nos vamos descuidando e ignorando nuestras necesidades, que pueden ir cambiando momento a momento.

 

Por ejemplo es interesante prestar atención a nuestros sentidos y reconocer:

¿Qué colores nos movilizan o conmueven más? ¿Qué colores estamos necesitando usar en nuestra ropa o en la decoración de la casa?.
¿Qué aromas nos estimulan? Tal vez necesitamos cambiar el perfume o compramos alguna esencia particular para la casa.
¿Qué sonidos necesitamos escuchar en distintos momentos del día.
¿Qué sabores queremos experimentar? Tal vez decidamos explorar nuevos sabores a través de la incorporación de ciertas especies, si es que tenemos la oportunidad de viajar, o aventurarnos a una receta exótica.
¿Qué sensaciones al tacto nos dan placer? O simplemente abrirnos a experimentar las distintas sensaciones que nos producen las cosas con las que nos vamos relacionando.

 

Reconocer a través de los sentidos lo que estamos necesitando nos puede ayudar a restablecer el contacto con nosotros mismos y de esta manera recuperar el equilibrio y la sensación de bienestar.

Descubrimos una interesante investigación (TripBarometer de septiembre de 2014 de España) sobre las emociones que despiertan los viajes en personas de todo el mundo, y aca les contamos algunos detalles:

 

Motivación:

La principal motivación que lleva a los viajeros de todo el mundo a irse de vacaciones es “ampliar horizontes”, luego siguen las siguientes razones: tener experiencias únicas e interesantes, disfrutar de la vida y ampliar su conocimiento del mundo, mejorar su perspectiva, liberarse, conocer desde adentro otras culturas, incentivar las relaciones y disfrutar juntos, la emoción de sentir algo nuevo y alegría, restablecer la armonía, disfrutar de experiencias envidiables, reflexionar y volver a estar en orden.

 

Por continente, la motivación principal es distinta:

A los LATINOAMERICANOS les gusta viajar para conocer gente.
Los NORTEAMERICANOS desean reforzar las relaciones con los más cercanos.
ASIA buscan vivir momentos inolvidables.
Los habitantes de ORIENTE MEDIO viajan para empaparse de la vida local.
A los ASIÁTICOS les pierden las experiencias estimulantes.
A los habitantes de AUSTRAL
Los AFRICANOS quieren sentirse especiales y mimados.

 

Emociones antes, durante y después del viaje:

Los viajeros experimentan mucha emoción durante las fases previas a un viaje y se relajan durante el viaje; se sienten más estimulados cuando llegan a su destino, y la sensación de estar informados disminuye durante su estancia. A la vuelta, se sienten satisfechos y con un gran sentimiento de seguridad, e incentivados a ser más tolerantes con los demás, aprender un idioma o habilidad nuevos, centrarse más en las relaciones, ahondar más en lo espiritual.

 

Esto nos hace pensar cuál es el objetivo que queremos alcanzar al tomarnos vacaciones, estaría bien tenerlo presente y hasta anotarlo para elegir correctamente el destino, la cantidad de días y la compañía. Ir chequeando durante las vacaciones si estamos cumpliendo con lo que buscamos, y al regreso, comprobar en que punto logramos lo que nos propusimos, o porqué no. Tomar el mando de nuestra vida incluye estar conscientes de donde estamos y adónde llegamos tras trazar el plan.

 

Datos curiosos:

Los europeos son los que tienen más vacaciones y los asiáticos, los que menos. Los viajeros de todo el mundo tienen una media de 24,6 días de vacaciones al año.
Las vacaciones típicas suelen durar entre 4 y 10 días.
Los viajes urbanos y culturales son los más habituales, seguidos de los viajes de sol y playa.
El 66 % de los viajeros tiene el impulso de planificar otro viaje al volver a casa de las vacaciones.
Los viajeros tienen previsto visitar Europa, que es el destino soñado, Asia y América del Norte. Italia, Australia y EE. UU. son los destinos más deseados.

Vacación

Del lat. vacatio, -ōnis.

1. f. Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. U. m. en pl.  Fuente Real Academia Española

Descubrimos para ustedes algunos de los beneficios de las vacaciones que repercuten en el bienestar de las personas:

*Produce felicidad: Se comprobó científicamente (según un estudio publicado en la revista Applied Research in Quality of Life) que planificar las vacaciones mejora nuestro estado de ánimo, y salir de vacaciones produce felicidad, pero ese estado desciende rápidamente al terminarse las vacaciones.

*Desestresa: porque elimina los compromisos y las formas en general.

*Nos conecta con el presente: puesto que nos olvidamos del pasado y también de lo que va a pasar a al regreso; es el mejor mindfulness.

*Permite conectar con nosotros mismos: no tener agenda ni el día totalmente ocupado permite entrar en contacto con uno mismo, y ver lo que es realmente importante en nuestra vida.

*Nos conecta con los otros, se fortalece el vínculo con quienes viajamos, y con las culturas que se visitan, abriendo la mente a las diferencias, la empatía, la curiosidad…

*Mejora la perspectiva: porque alejarse de los temas cotidianos permite relativizar las cosas y enfocar bajo una nueva mirada.